Texto de la contraportada de Reportaje al pie de la horca
Ediciones Akal, Madrid, 1985
Ediciones Akal, Madrid, 1985
Julius Fucik nació el 23 de enero de 1903. Tras estudiar filosofía, en 1921 ingresó en el Partido Comunista e inició su labor de crítico literario y teatral. En los años de ocupación de Checoslovaquia por Hitler, publicó bajo seudónimo ensayos sobre las figuras más representativas de la cultura democrática checoslovaca, siendo detenido en abril de 1942 por la Gestapo, en el verano de 1943 trasladado a Berlín y allí ejecutado, el 8 de septiembre de 1943.
Su Reportaje al pie de la horca, sacado hoja por hoja de la cárcel y publicado en 1945, adquirió gran resonancia mundial y fue traducido a ochenta idiomas. En 1950, a título póstumo, Fucik recibió el Premio Internacional de la Paz.
Introducción al libro Reportaje al pie de la horca por Gustina Fucíková, viuda de Julius Fucík, sobreviviente del campo de concentración de Auschwitz.
En el campo de concentración de Auschwitz supe —me lo dijeron mis compañeros de prisión — que mi marido, Julius Fucík, redactor de Rudé Právo y de Tvorba, había sido condenado a muerte el 25 de agosto de 1943 por un tribunal nazi en Berlín.
Mis intentos de averiguar algo más sobre su suerte posterior se estrellaron contra los altos muros del campo.
Después de la derrota de la Alemania hitleriana, en mayo de 1945, los detenidos que los fascistas no habían tenido tiempo de asesinar fueron liberados de cárceles y campos de concentración. Yo tuve la fortuna de hallarme entre ellos. Al volver a mi patria liberada, busqué y rebusqué las huellas de mi marido. Hice lo que hicieron millares y millares de personas que también buscaron –y muchas aún siguen buscando a sus maridos, a sus mujeres, a sus hijos, a sus padres y madres
deportados por los ocupantes alemanes y arrastrados a alguna de sus innumerables cámaras de tortura.
Me enteré de que Julius Fucik había sido ejecutado en Berlín el día 8 de septiembre de 1943, quince días después de su condena. También supe que Julius Fucik había escrito algo mientras estuvo en la cárcel de Pankrác. Fue el guardián A. Kolínský quien procuró los medios para hacerlo, llevándole a la celda papel y lápiz y sacando clandestinamente de la cárcel las hojas
manuscritas. He tenido una entrevista con el guardián. Y poco a poco he podido ir recogiendo el
material escrito por Julius Fucik en la cárcel de Pankrác. Reuní las hojas numeradas, escondidas por varias personas en diferentes lugares, y se las presento al lector. Es la última obra de Julius Fucik.
GUSTA FUCÍKOVÁ
Praga, septiembre de 1945
Praga, septiembre de 1945
Pablo Neruda, en su extenso poema A Julius Fucik (Conversación de Praga), le dice: “Cuando la muerte te golpeó, la luz brilló sobre el planeta con el color de abeja de tus ojos, y el germen de la miel y de la lucha, de la dulzura y la dureza quedaron implantados en la vida del hombre. Tu decisión destruyó el miedo, y tu ternura, las tinieblas. Entraste, hombre desnudo, En la boca de nuestro infierno, y con el cuerpo lacerado intacta fue tu apostura y la verdad activa que a pesar de la muerte preservaste” ¡Honor a Julius Fucik!.
Otro trozo de A Julius Fucík
Pablo Neruda
Por las calles de Praga en invierno, cada día
pasé junto a los muros de la casa de piedra
en que fue torturado Julius Fucík.
La casa no dice nada: piedra color de invierno,
barras de hierro, ventanas sordas.
Perro cada día que pasé por allí
miré, toqué los muros, busqué el eco,
la palabra, la voz, la huella pura
del héroe.
Y así salió su frente
una vez, y su manos otra tarde,
y luego todo el hombre
fue acompañándome
a través de la Plaza Venceslao. como un buen amigo:
por el viejo mercado de Havelská,
por el jardín de Strahov desde donde
Praga se eleva como una rosa gris.
Por las calles de Praga en invierno, cada día
pasé junto a los muros de la casa de piedra
en que fue torturado Julius Fucík.
La casa no dice nada: piedra color de invierno,
barras de hierro, ventanas sordas.
Perro cada día que pasé por allí
miré, toqué los muros, busqué el eco,
la palabra, la voz, la huella pura
del héroe.
Y así salió su frente
una vez, y su manos otra tarde,
y luego todo el hombre
fue acompañándome
a través de la Plaza Venceslao. como un buen amigo:
por el viejo mercado de Havelská,
por el jardín de Strahov desde donde
Praga se eleva como una rosa gris.
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